viernes, 21 de mayo de 2010

¿GAYTOLICISMO? PARTE I. LA NOTICIA


(Imágen: Wikipedia en su entrada "homofobia" Quema del caballero de Hohenberg y de su sirviente condenados a morir en la hoguera por sodomía junto a la muralla de Zúrich, 1482 - Noticia publicada en: www.universogay.com)

O de cómo la oveja quiere convencer al lobo de hacerse vegetariano, y el lobo que dice que si, que le abra la puerta y que se lo explique


Sacerdotes que apoyan el matrimonio gay, gays que se dicen cristianos practicantes, cristianos, heterosexuales y gays que miran perplejos sin entender absolutamente nada... A tenor de las últimas noticias sobre que algunos párrocos, en este caso católicos, contemplen, aprueben y se brinden al matrimonio gay, su realidad afectiva e incluso a oficiarlo, y de que a su vez estén saliendo a la luz grupos que se dicen gays cristianos (búsquese por la Red), creo, sinceramente, que muchos estamos perdiendo el norte, que los unos prentenden hacer de su visión y entendimiento particular del cristianismo, cristiandad, y que otros están cayendo en un intento desesperado de insuflar vida a quien agoniza, para ganar tiempo, no perder fuelle (fieles y dinero) y esperar que la solución, milagrosamente, llegue sola.

El judeocristianismo, desde sus mismas raíces (el Antiguo y el Nuevo Testamento, la Patrística y la Apologética, los concilios, sínodos o los encuentros ecuménicos) abomina de la homosexualidad, la encuadra entre sus pecados capitales y la condena ad aeternam, un hecho incontestable, por mucho que revisemos el significado de las palabras y queramos ver unos matices que en ningún momento se contemplaron. Y por mucho que sepamos, también, que extraoficialmente la Iglesia se pasa y pasó esta sentencia por el forro de sus “fueros”, eclesiales, claro.

Me parece estar viéndoles, a éstos que vindican desesperadamente desde sus bibliotecas que donde se dice “a” pone “b”, sesudamente esforzados en demostrar que en realidad la Biblia no condena la homosexualidad, sino la violación homosexual, tratando de meter en razón a todos de que lo blanco es negro y, ya puestos, hasta que Jerusalém celebraba su propio “orgullo”. ¿Y por qué no?… tan absurdo como la intentona eclesial, con el Sr. Ratzinger al frente, de demostrar que pese a que según ellos la Biblia no se equivoca y es palabra divina (…),  el Censo de Quirino fue en el 6 d. C., y Herodes murió en el 4 a. C., y que por lo tanto aunque Dionisio (alias “El Exiguo”, también “el enano”) inventara el Anno Domini  y quisiera recomponer lo que nació descompuesto, uno de los dos evangelistas que hablan del nacimiento de Cristo miente o se equivoca, y Cristo nació en el 5 o 6 antes de Cristo, o en el 6 después de Cristo -vaya Cristo- y la Bibllia es cosa de seres humanos y se confunde, o es su Dios el que no tiene claro cuando envió a su paloma -me da que más bien, palomo- a fecundar a María. En cualquiera de los casos, el sursuncorda.

Siendo así, y atendiendo al mismo precepto que todas las sectas judeocristianas hacen del particular, esto es, que su texto sagrado está verdaderamente dictado o inspirado por su Dios, no cabe por más que asumir que el judeocristianismo, mientras siga siendo tal y no retire de sus textos sagrados esta condena, y recomponga, además, pública y claramente toda la patrística y apologética homófoba que lleva en su alforjas, no tendrá visos de enmienda o solución alguna, por mucho que pese a ciertos grupos, que entiendo afectados por el “síndrome de Estocolmo”, por su propensión al eclecticismo y/o por su necesidad vital de no abjurar definitivamente de la cándida visión religiosa de su niñez, que pretenden, desde unas plataformas -dicen- que gays y cristianas, que la homosexualidad sea aceptada y respetada en sus instituciones religiosas. Y dicen más, que LGTB tienen un sitio con y entre ellos. Bueno, yo tengo una lata que “dice” melocotón en almíbar, no sé si también valdrá para algo.

Parece que para algunos no vale ya que la homosexualidad se esté normalizando institucional, legal, jurídica y socialmente, y quieren ir más allá, y quieren que Rajoy se afilie al PSOE y Zapatero en el PP, y quieren que Bush presida la Internacional Socialista y Chávez el Estado de Texas, y quieren paraguas con sol y bermudas si nieva, y quieren, que por querer no sea, que Rouco Varela case “maricas” y “tortilleras” en la Catedral de la Almudena… y no sigo que al final me sale chirigota de un sinsentido, que estas son las cosas de las cosas del querer.

No hombre, no, pongámonos serios. No puedo -ni quiero- ser cristiano porque soy homosexual, no puedo -quizá no quiero tampoco- aceptar la homosexualidad porque soy cristiano. Aceptemos la tolerancia mutua mientras no haya discriminación sexual o religiosa por ambas partes, nos respetamos y todos tan felices.

¿Qué hay de malo en dejar de pertenecer a un colectivo, sea en este caso religioso, que no nos acepta? ¿A qué tenemos miedo, a equivocarnos y que su divinidad nos castigue? Si esa pretendida Divinidad tuviera la potestad y nos castigara por sentir lo que sentimos, no por lo que hacemos sino por lo que somos, por manifestarnos tal cual se supone que nos podido crear, el problema no lo tenemos nostros… ¿Y si no es así, y si el judeocristianismo está equivocado? ¿Vamos a destruir nuestras vidas y futuro, a marginarnos y acomplejarnos, a autoimponernos la culpa continua o la castidad forzosa? Ancha es Castilla, dicen, y en cuestiones de fe y religiones más, que haberlas haylas, y estoy seguro que tan dignas y verdaderas como la que más, y quizá hasta esas Divinidades sean las que te hayan creado, o quizá no, pero seguro que te aceptarían por ser tal cual eres con todo su amor. Busca en tu interior, y si te guía un impulso religioso, estoy seguro que darás con tu camino… y si no te guía, también.

Quizá el día que descubras que aunque vivas entre patos, aunque sigas las normas de los patos, y por mucho que te digan los patos, eres un cisne, todo cambiará para ti.

En fin, allá cada cual con su conciencia, faltaría más, el que suscribe, para ir ya terminando a lo folclórico, por el regustillo que me ha dejado uno de los párrafos precedentes, con esto de ir de un lado para otro, dando vueltas y mareando la perdiz, se queda con el estribillo de esa canción que dice  … que las rondas no son buenas, que hacen daño, que dan pena, y se acaba por llorar.

Belenos

domingo, 9 de mayo de 2010

EL VELO DE LA FE

Estas semanas atrás hemos vivido en España una encendida polémica en relación al uso del velo islámico en las escuelas. Todo empezó cuando a mediados de abril, se supo que una niña de 16 años (Najwa M.) había sido apartada de las clases en un Instituo de Pozuelo de Alarcón (Madrid), por pretender llevar el Hiyab (velo islámico que cubre la cabeza de las mujeres) dentro de las aulas.
(Diversas fuentes y diarios de opinión. Foto1: Alegoría de la fe, por L.S. Carmona 1752–53, Wikipedia "Fe". Foto2: Najwa M. llega con sus padres a su nuevo instituto, que no ha puesto ningún impedimento a que acuda con el velo.EFE/Ángel Díaz)

Esta noticia, que a fin de cuentas es una parte de un todo mucho más complejo y profundo, lleva ya tiempo paseandose por los Centros de Enseñanza en sus diferentes modalidades (asignatura de religión o sobre las religiones, religión o moral, símbolos religiosos en las aulas y, ahora, el velo, o más concretamente, alumnos portando símbolos religiosos en las aulas). Y es que, aunque en este caso concreto se conculcan una serie de principios ajenos a la religión, no es menos cierto que no deja de ser una cabeza más de una hidra a la que tarde o temprano habrá que enfrentarse, y que abordaremos en un próximo artículo. Por ahora baste con la noticia en sí y las diferentes respuestas que puede suscitar.

Creo que el problema parte de la dejación del Estado por cohesionar la Educación bajo unos valores comunes a todas las Instituciones y Centros Docentes, a partir de los cuales pueda cada Centro desarrollarlos sin desvirtuar los mismos. Con una Ley General para la Educación común en todos los centros educativos, se evitaría el caos que supone que cada cual imponga unas normas arbitrarias que cambian radicalmente según de qué Centro sea y en qué lugar se ubique.

Partiendo de ahí, podemos abordar esta cuestión con más detenimiento. En el caso que nos ocupa, observamos dos aristas igual de cortantes: la creencia religiosa y los derechos humanos (en este caso el de la mujer).

En lo relativo a la religión, se defiende la postura de esta joven en tanto y cuanto tiene derecho a profesar y manifestar la religión que decida seguir, y nadie, por lo tanto, la dignidad de cohartar este derecho. Y si bien es cierto que tal potestad nos asiste, también lo es que un Estado aconfesional debe legislar para que en los Centros Docentes Públicos no permitan manifestaciones religosas externas. Respetando la confesión religiosa de todos los alumnos, éstos han de aceptar, a su vez, que en donde se les eduque no haya otra manifestación externa más allá de la docente, congraciando la pluralidad desde la asepsia de un Institución laica y Pública.

Esto no quiere decir que no puedan ni deban exteriorizar su fe, sino que han de hacerlo adecuadamente, en los lugares apropiados, como sus casas, la calle o en sus lugares de oración y congregación. De no hacerlo así podríamos encontrarnos con situaciones esperpénticas tales como que una lleve peineta y mantilla, otro venga de Nazareno con capirote y cadenas, la otra hiyab o burka, y un tercero vaya desnudo porque así lo manifiesta su religión, convirtiendo las aulas en mascaradas competitivas en a ver quien sorprende y llama más la atención.

Siempre podemos argüir sobre lo que cada cual entienda por lo adecuado, y esto, claro, según quien lo entienda, aunque al hacerlo no intentaremos otra cosa, no nos engañemos, que enredar aún más la madeja para beneficiarnos del nudo.

No podemos dar marcha atrás ahora... ahora que, por fin, se están logrando "desjudeocristianizar" los Colegios y la Enseñanza, que vengan desde otra fe a imponernos lo que nos ha costado siglos empezar a erradicar. No es cuestión de los unos y los otros, de la mía más porque es mejor, o la tuya menos porque es peor, no. Debemos entender que al colegio se viene a aprender, a ser educados, no a exponer e imponer nuestras creencias. Ni porque sean mejores ni peores que las de los demás, sino porque no es el caso ni el lugar.

Si pese al misógino de Saulo (San Pablo), que también recomendaba a las cristianas el velo como testimonio de fe, el uso del mismo ha quedado reducido a las monjas (toca) y desaparecido de la mujer en general, salvo, como recomienda el Código de Derecho Canónigo, cuando la mujer se acerque al altar o ante el Sacramento -y ya, ni eso-, ha de comprenderse en el Islam que los Estados occidentales no entiendan que ahora deba volver a imponerse la sumisión pública de la mujer como una manifestación religiosa y cotidiana... como deben comprender los cultos judeocristianos, mayoritarios en estos Estados occidentales, que, aún haciendo causa común con el "sarraceno" y por mucho que los "propios" no quieran remojar sus perillas al ver cortar la barba del "ajeno", en las casas se educa, en las aulas se enseña, y en las feligresías se adoctrina.

Como debemos comprender, en fin, que al revertir, manipular o barajar esto último, al albur de nuestros gustos y deseos, hacemos teocracia de la democracia, pantomima de la libertad de culto y por qué no decirlo llanamente, obligamos al educador a secularizar a nuestros -y no nuestros- hijos.

Pero es que además, y esto ya entronca con la segunda cuestión del problema, el hiyab es una manifestación de la sumisión, el recato y el decoro de la mujer frente al hombre, un signo de cautiverio y verguenza que evite al varón "distraerse" y abstraerse de su fe y acabar pecando, y que al llevarlo hace a la mujer adquirir un estatus de moralmente apta y digna para su padre o marido.

Y aquí, amigos, sí que nos encontramos con un escollo que no hay democracia que lo aguante por mucho tiempo. La mujer tiene los mismos derechos que el hombre, en un grado de plena igualdad, y no se acepta que deba sentirse sujeta, retraída o sumisa al varón, por mucho que los veladores de los textos religiosos de hace siglos no hayan querido actualizarse. La fe tiene su velo sobe el rostro porque exige creer sin ver, porque yo lo digo, porque si. Pero la razón nos alienta en sentido contrario, y mire Ud., aunque sea a la larga, quien lleva la razón es al que se la acaban dando.

No puede valernos que los demás lleven otro tipo de signos o símbolos externos, como piercings o crucifijos, para el caso de los derechos de la mujer, porque ni en uno ni en otro ejemplo suponen la aceptación de sumisión hacia el hombre, como ocurre con el velo, ni estigmatizan a la mujer por serlo, y aún en lo tocante a la religión, un colgante se cubre, se tapa, no tiene por qué verse, pero si quien se tapa es uno mismo, quien  oculta su faz por pudor -por vergüenza-, por respeto al hombre y correcta externalización de tu fe, es la persona, con todos mis respetos, no hablamos de religión sino de imposición anacrónica y esclavitud moral, y esto aquí o allá y en Democracia, no debe admitirse...

Quizá algún día la mujer llegue a comprender que realmente no necesita sentirse más o tan religiosa que nadie, ni guardar más o mejor su fe por someterse al hombre, sino manifestandose ante su Divinidad tal cual es, y dejando la parafernalia ritual para las ocasiones concretas en las que se requiera.

Estoy plenamente convencido, que la virtud y dignidad de la mujer (y del hombre) se manifiestan en sus hechos y no por sus descubiertos o tapados, y también tengo la absoluta convicción que la Divinidad, sea cual fuere, se la llame como se la llame, sabrá ver antes lo uno que lo otro.

Belenos