miércoles, 23 de junio de 2010

Demócrata (pero) Cristiano. La ideología de la imposición

 Duran Lleida, portavoz de CiU en el Congreso, se muestra a favor de las terapias que "curan" la homosexualidad Por Andres Bacigalupo Dice que se debería “facilitar” el camino a las personas homosexuales que quieren “transitar” hacia la heterosexualidad. Y acusó a la Generalitat de ser "el único gobierno que pertenece a la Internacional gay y lésbica". 23/06/2010

El portavoz de Convergencia i Unió(CiU) en el Congreso de los Diputados, Josep Antoni Duran Lleida ha salido en defensa de las terapias que proponen cambiar la orientación sexual de los homosexuales.

Duran Lleida se mete así en la controversia desatada recientemente en Cataluña por
 la existencia de una clínica que promueve las (mal) llamadas terapias de “reparación”. Ese establecimiento se enfrenta ahora a posibles sanciones por parte de las autoridades sanitarias de la Generalitat.

Pero para el portavoz de CiU en el Congreso, esas sanciones son equivocadas.
"Estoy en contra de represaliar la asistencia médica a las personas que intentan modificar su homosexualidad o controlarla", señaló Duran en una entrada en su blog, para luego agregar: "Me sorprende que, cuando una persona -después de años de estar casada y con hijos- llega a la conclusión de que en realidad es homosexual y quiere adoptar esta tendencia y considera que necesita ayuda, su demanda es atendida y el hecho de 'salir del armario' es celebrado. Pero en el caso inverso, esta persona no lo puede hacer si acude voluntariamente a pedir asistencia médica".
Gobierno de la “internacional gay lésbica”

Duran Lleida tampoco ha ahorrado cuestionamientos a la Generalitat. Tras declararse
 “sorprendido” por la “celeridad” con la que el gobierno catalán actuó en el caso de la policlínica Tibidabo, calificó a la Generalitat como “el único gobierno que pertenece a la Internacional gay y lésbica"…


   Que el Sr. Duran Lleida, político español conocido de todos por su firme adscripción a la ideología conservadora y la fe judeocristiana, diserte desde un punto de vista critico y sesgado sobre la homosexualidad, no debiera parecernos raro, sino propio de sus convicciones fundamentalistas, como tampoco habrán de chocarnos, pues, sus conclusiones sobre el particular, puesto que no se desvían un ápice de las inherentes a toda persona en la que se concentren ambas filosofías.

   Ignora este Sr., en un alarde poco acostumbrado en él de falta de información, o de tenerla -que se le prosupone-, de interés por manipularla, que ninguna persona adulta llega a la "conclusión" después de casarse y tener hijos con una pareja del otro sexo, que existe en su interior un espíritu diabolico homosexual, que de pronto ha decidido manifestarse y poseer su voluntad.

   Antes bien, su homosexualidad será una orientación que con toda seguridad haya reprimido de mil formas y durante mucho tiempo, ya sea debido a su no aceptación, a la homofobia de su entorno y del círculo social en el que se desenvuelve y a los conflictos ético-religiosos, que en personas de cierta edad están profundamente enraizados en su psique, y todo esto, claro, previamente a hacerse un planteamiento sincero al respecto, que le impulse a descoyuntar radicalmente dicho entorno y sobre todo su vida familiar y afectiva.

   La homosexualidad, no es una genialidad o inspiración “mariana” que de pronto y sin avisar, se cuele en el cerebro y manipule nuestros sentimientos torticeramente, trocando las "sanas" virtudes inculcadas por nuestros próceres, en perversas actitudes contraproducentes para nuestra imagen y solvencia personal.

   Que un adulto llegue a la conclusión que debe aparcar definitivamente sus tendencias heterosexuales, por entender que no soporta o no debe aguantar por más tiempo vivir una identidad que no le corresponde, es una cosa. Y otra muy diferente, que alguien desee reprimir su orientación sexual por factores ajenos a sus propios sentimientos, como lo son la no aceptación (represión), la coacción social y familiar (homofobia) y su sentimiento de "culpa" por transgredir sus creencias religiosas (teofilia).

   Por otra parte, las terapias reconductivas no son, ni mucho menos, cajón “desastre” en el que cada cual, tal que fura a una peluquería, pueda y sobre todo deba manipular su cerebro con el mismo desparpajo que le impela a cambiar de corte o color de pelo, puesto que con la misma rapidez que el teñido se pierde y el cabello crece, nuestro cerebro se deteriora cuando es agredido innecesariamente para inhibir nuestras orientaciones afectivas.

   Y lo mismo que desde las instancias científicas y académicas de Psicología y Psiquiatría, nacionales e internacionales, se recomienda el tratamiento de la homofobia (trastorno emocional que puede derivar en consecuencias delictivas: agresión, marginación, incitación, apología… recogidas en nuestro ordenamiento jurídico y tipificadas por el Codigo Penal), y la terapia de normalización de identidad (soporte y ayuda psicológica enfocadas a aceptar nuestra condición y diversidad), desde esas mismas instancias, se nos advierte del peligro inherente a someterse irresponsablemente a manipulaciones sobre el comportamiento y los sentimientos, que en ningún caso debieran practicarse sobre individuos sanos, so pena de sufrir graves alteracionales emocionales que, en cualquier caso, perjudican y desestabilizan seriamente, incluso de manera crónica, a los tales “pacientes” –clientes diría yo-., perjudicando y no beneficiando la salud de los mismos.

   Y hete aquí la madre del cordero, el “rien va plus”, o si se prefiere el sursum corda de la cuestión: La homosexualidad no es una enfermedad, un trastorno, no existe una patología de la homosexualidad, y por lo tanto no debe ser tratada médicamente dentro de una praxis honorable y científicamente coherente. Y es aquí, también, desde donde parte el espantoso ¿error? de D. Josep Antoni. Quizá no lo sepamos y en la intimidad este señor sea, además de demócrata cristiano –católico y de derechas-, ferviente “michaeljacksonista”, y como tal, entienda que uno, por no aceptar, no tiene por qué aceptar ni el color de su piel, y que por lo tanto tiene todo el derecho del mundo a tirar de talcos o betunes, según la etnia, para sentirse mejor consigo mismo.

   Curiosamente este Sr. ha invertido –con perdón- la situación. Vamos que refleja sus carencias en los demás y se ve diestro ante el espejo, y cree que el homófobo es el sano y el homosexual trastornado, o peor aún, que ya homófobo u homosexual es lo mismo, que tanto da, y que acudiendo a especialistas menguelianos de la talla de Polaino, y por unos 200€ la hora, un homosexual puede hacerse heterosexual, un heterosexual homosexual, y un sevillano del betis. A fin de cuentas quien paga manda y vivimos bajo la tutela del libre mercado. Que le torturan, que le castran, psíquica o químicamente, que le inducen a la castidad forzosa, que le vuelven loco, vamos, y qué más da ¿no ha pagado por adelantado? ¿no era lo que pedía? 
Pues ancha es Castilla…



   Desdes el mejor talante democrático, se pueden decir las más excelsas atrocidades, cuando no tonterias, llevados de la mano fundamentalista de credos plenamente conscientes de su anacronía y perversamente contumaces en su odio por todo lo que no parta y se supedite a ellos, como lo suelen ser todos aquellos monoteístas.


   En fin, quiera la prudencia, que no la virtud de sus ideas, que el Sr. Durán recapacite sobre sus afirmaciones y libere ese espíritu demócrata subyugado por su cristiano, y vea claramente la falaz, absurda y de todo punto iletrada opinión que ha proferido contra el colectivo LGTB en sus manifestaciones. Bueno contra LGTBs y contra todo hijo de vecino que no se sienta bien nacido.

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