jueves, 24 de junio de 2010

LOS PSIQUIATRAS DE LA “TELE”… ¿CÓMO ESTÁN USTEDEEEEES?

“la homosexualidad, biológicamente hablando, no es normal, jurídicamente sí…”



   Con esta sentencia culminó su intervención el Sr. D. José Cabrera, psiquiatra forense español muy bien avenido con los medios, que aprovechando su tirón mediatico suele acudir asiduamente como invitado estelar a cualquier cadena y opinando sobre cualquier cosa, en este caso en una tertulia de la cadena televisiva Veo7 de España, esta madrugada.



   En el debate tocaba tratar las polémicas declaraciones del político español demócrata cristiano, Durán i Lleida, sobre su apoyo a las Clínicas y terapias reconductivas para homosexuales, que han levantado una importante polvoreda estas ultimas horas y han puesto contra la pared la solvencia moral y coherencia de este personaje.

   Siendo, como es, la dicha cadena manifiestamente conservadora, no resultó chocante la cantidad de afirmaciones machistas, homófobas y preconcebidas de varios de los contertulios, si bien es cierto que en buena medida jaleados por la inesperadas declaraciones del Sr. Cabrera, que no sólo se mostró bastante ambiguo sobre su opinión personal y profesional de la homosexualidad, sino que desde una quirúrgica frialdad trataba el asunto como si en el fondo no fuera un tema de su agrado, como si se supiera atrapado en una cotroversia que dejaría al descubierto una faceta no tan “aséptica” de su personalidad.

   Varias veces, interpelado por las opiniones liberales sobre el particular, hacía referencia a que la homosexualidad, según la OMS y las instituciones internacionales “dicen algunos que presionadas por los lobbies…” -aclaraba justificandose-, no es una enfermedad, y así hasta que uno de los debatientes, quizá con la mosca detrás de la oreja, le recordó que la homosexualidad es normal, que no es una enfermedad, y que no hace falta usar la coletilla de “como reconoce ahora la OMS”, por innecesario. En este punto el Sr. Cabrera supo reaccionar a tiempo y dejó de insistir sobre el particular, sabiendo por sus tablas en estos “saraos”, que persistir en lo mismo dejaría en evidencia un nada claro interés particular en desmarcarse del Estamento Científico.

   Ante la vuelta de tuerca de ese mismo contertulio, que volvía a incidir en el tema de la normalidad, la naturalidad de la homosexualidad, como una constante histórica, este D. –que no San- José sacaría de sus fueros, que no de su maletín, una frase que al menos al que suscribe dejo perplejo… “la homosexualidad, biológicamente hablando, no es normal, jurídicamente sí…”.

   ¿Pero cómo un psiquiatra serio, leído, de mundo, de cámaras al menos, puede decir tamaña incongruencia? ¿En virtud de qué estudio biológico puede afirmarse que la homosexualidad no es nomal? Por un momento hasta disculpé el exabrupto suponiendo que hubiera confundido “normal” con “mayoritario”, y que quizá entendiera que un comportamiento minoritario no es normal en tanto y cuanto a la mayoría. Pero no, volvió a decir lo mismo, repitió la misma y decadente frase. Es más, hasta la adornó con otra interesante relevación, aleccionándonos que entre el resto de los animales, que tienen los sexos definidos, la homosexualidad no se da. 
Vamos, que quería decir lo que dijo.

   Quiero pensar que su segunda especialización, la forense, le haya dejado ese lúgubre regustillo de estudiar lo muerto, lo acabado, la carroña y la miseria humana, y que su apasionamiento por su buen hacer le prenda, le ligue hacia tales actitudes muertas, acabadas, como la homofobia.

   Pese al Sr. Cabrera, está de más volver a decir lo dicho, sabido y consabido, la homosexualidad no es una enfermedad, es normal, natural e innata al ser humano, pero también estudiada y reconocida entre cientos de especies animales. Estando así las cosas, animaría a este intachable profesional, a cultivar antes la psiquiatría que lo forense, a preocuparse más de lo vivo que por lo muerto y caduco, y quizá así convenir con lo que la comunidad científica, tan dada al inmovilismo, y pese a ello tan proclive a rectificar, que “desde hace más de tres décadas las grandes organizaciones profesionales de salud mental, como la Asociación Española de Psicología y la Asociación Española de Psiquiatría, consideran que la homosexualidad no es un trastorno mental” (Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid)… y que en ese mismo sentido se manifestarían al respecto Santiago Grisolía, bioquímico y Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, y Francisco Mora, catedrático de Fisiología Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid y catedrático adscrito de Fisiología y Biofísica de la Facultad de Medicina en la Universidad de Iowa (EEUU). Creo innecesario obviar otras manifestaciones incluso mucho más cercanas a estas fechas de los Organismos Científicos Internacionales sobre el particular, por repetitivos y por lo que veo en ocasiones inútiles.

   Lo normal, amigo José –permítame que le apee el tratamiento-, muchas veces se escapa de lo mayoritario, como lo mejor puede ser enemigo de lo bueno, siendo ambas posibilidades, minoritario y mayoritario, connaturales y perfectamente normal entre estos primates ¿evolucionados? que somos. Pensar que las minorías no son normales, es un peligroso peldaño que hay que pisar con mucha maña, que hoy te hace subir, pero mañana te descalabra.


   Hubiera asentido con Ud., que virginidad, castidad, abstinencia y castración psicológica, cuando no química son efectivamente anormales, que es lo que practican este tipo de Clínicas, además de (ab)uso de drogas y otras técnicas “aversivas” (torturas)… ¿y todo para qué? ¿Para desechar mis tendencias naturales, para que me acepten los que se abrogan la potestad de decidir por mi lo que es o no normal?

   No, definitivamente no, le he seguido en muchas ocasiones y le considero persona cabal donde las haya, en algún momento de su disertación me perdi y no hile fino. No puede haber dicho Ud. que la homosexualidad no es normal. No me lo creo. Quizá quería referirse a la homofobia, que es un trastorno que necesita urgentemente terapia, porque si no se cura, viendo su patología, sabemos que acaba fomentando la violencia y la agresividad, cuando no la ampara, como cuando el Sr. Ratzinger protegió y dio amparo a delincuentes internacionales confesos, por ser miembros de la secta que él dirige, ocultando pruebas, entorpeciendo la investigación policial y encubriendo el delito y al delincuente, en casos de abusos y violación de menores.

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